“El misterio de la carta escondida”. Un ingenioso policial de Marisé Monteiro, en el que el público y actores interactúan juntos, a través de un juego constante, en el que todos son sospechosos de haber cometido un crimen. En el Palacio Libertad

Con la misma certeza y el agudo ingenio, que aplicó en la valiosa propuesta teatral interactiva de 2011, “Crimen en la Munich”, ambientada en el antiguo predio de la ex cervecería Munich, de Costanera Sur, la dramaturga Marisé Monteiro (de la que actualmente se puede disfrutar de la segunda temporada de una de sus últimas piezas emblemáticas: “Las mujeres de Lorca”, en el teatro El Plata, de Mataderos) teje una trama dramática, en la que una serie de hechos ingeniosos y entretenidos, convierten al público en el posible sospechoso de ser un ladrón o un potencial asesino.

Este original y entretenido policial, se disfruta de principio a fin y no permite distraerse para no perderse ninguno de los detalles, que proponen los disparatados personajes que van guiando al público, por algunos de los espacios secretos y poco frecuentados del Palacio Libertad, ex CCK, de Sarmiento y Leandro N. Alem.

La propuesta tiene la intención de redescubrir un pasado promisorio de ese encumbrado edificio, de una arquitectura tan amplia, como bella y dinámica sustentada en gigantescas columnas y grandes halls y pasillos, que conforman un gran laberinto, con escaleras mecánicas, enormes salas, pasadizos secretos y rincones inexplorados, a los que no accede comúnmente el público.

El espectáculo es ingenioso, está inmerso en una constante intriga y suspenso, que a medida que avanza su ágil relato, de secretos compartidos y secretos muy bien guardados, dan lugar a que el público se asome a un estado de inquietud, que hace palpitar los corazones, sube la adrenalina y despierta tanto risas, como asombro. Uno de los valores de la experiencia es que es interactiva. El juego entre actores y público es constante y el que se lleve a cabo en lo que hoy se denomina “site specific”, vale decir que el público, accede, a una parte de los secretos bien guardados, de ese viejo edificio, que allá por los años `30, del siglo pasado, funcionó como el Palacio de Correos, cuyos grandes mostradores de madera de roble con sus pronunciadas molduras aún se conservan, en el amplio hall de informes, da lugar a una multiplicidad de situaciones que van en un crescendo dramático, hasta arribar a un final inesperado.

 

El lugar elegido para encontrarse con el contingente que accederá al edificio, es el hall central y allí, un atildado oficial de policía, egresado de la Escuela de Aspirantes de Investigaciones, que dice menos de lo que esconde, va guiando al público por escaleras mecánicas y pasillos, hasta acceder a una oficina en la que una empleada curiosa e inmersa en una extraña y divertida inquietud, invita al público a tomar distintos sobres, para que el mismo espectador la ayude a colocarlos en unas antiguas urnas de bronce. Claro que los sobres encierran su enigma y así como hay algunas cartas que se presume fueron escritas a familiares, hay otras que esconden tal vez secretos políticos, o incluso sobres misteriosos que parecen esconder la clave de un extraño tesoro, que haría rico a cualquier que pueda descifrar su acertijo escondido en el mismo.

 

Con las cartas en la mano, la reunión se hace más amena, pero también más intrigante, porque hacen su aparición otros personajes, con intenciones non sanctas o mentiras infundadas. Es el caso de la jefa de correos, un excéntrico arqueólogo, un detective y un potencial y astuto ladrón. Lo concreto es que en medio del revuelo que provoca la reunión en la que todos hablan y de la nada aparecen nuevos personajes, delante de los ojos de todos, y “sin que nadie se percate, ni se declare testigo”, se comete un asesinato. Esto da lugar a un “revoltijo” de situaciones de lo más desopilantes y acusaciones cruzadas, que dan como resultado, el casi secuestro del público presente, hasta que no se dilucide, quién fue o es el potencial asesino.

 

Situaciones de pánico, de risas nerviosas, de acalorado desenfreno en el que parece que se van a provocar algunos desmayos, mientras la jefa y la empleada no paran de hablar, el detective se confunde en sus deducciones y el oficial, termina sorpresivamente arrebatado de confusión, cuando las miradas más incisivas se detienen en su persona, el juego, al mejor estilo de los acertijos de intriga y sospecha de la mítica Agatha Christie continúan en pleno apogeo haciendo crecer la intriga, las expectativas y los temores.

 

La puesta en escena está tan bien resuelta que posibilita el acercamiento a una performance de un inusitado relato tan dramático, como de hilarante diversión y confusión, a la vez, que provoca que chicos, adultos y abuelas y abuelos (la entrada es libre), se trencen en acaloradas discusiones para discernir quién o quienes son los culpables.

Nacho Medina desde la dirección realiza, como es habitual en él, un juego dramático, en el que recrea son certeros recursos una partitura de gestos, movimientos y tics, que remiten a las comedias más risueñas de la mejor época del cine, allá por las primeras décadas de principios de siglo. Mientras el equipo actoral se mueve como un relojito, en el que ninguno desentona y cada uno explota al máximo su caudal interpretativo.

 

Propuesta exigente y distendida a la vez, que invita a jugar y reír, creada por la dupla Marisé Monteiro y Nacho Medina, los que vuelven a demostrar sus virtudes creativas, que los une a través de años de experiencias y éxitos inolvidables, tanto como para niños, como para adultos.

 

Cabe acotar que este juego dramático site specific, en el que está inmersa la propuesta: “El misterio de la carta escondida”, le permitió a su autora, Marisé Monteiro poner en práctica un ejercicio metafísico sobre la incertidumbre y la inseguridad, lo que permite que los personajes terminen confesando aquello que, precisamente, no quieren revelar. La constante efervescencia que crean algunas de las ingeniosas situaciones equívocas ideadas por la autora y el director, en complicidad con un equipo actoral de primer nivel, le otorgan una efervescencia al espectáculo, que le permite al público, inevitablemente, retirarse del lugar no sólo entusiasmado, también intercambiando divertidos comentarios y con ganas de regresar.

Calificación: Muy buena

Juan Carlos Fontana

Ficha técnica: “El misterio de la carta escondida”. Autora: Marisé Monteiro. Dirección: Nacho Medina. Intérpretes: Gabriela Bevacqua, Matías Corradino, Sabrina Samiter, Fernando Margenet, Pedro Tovo Peyre y Marcelo Albamonte. Vestuario: Gabriela Bevacqua. Sala: Palacio Libertad (Sarmiento y Leandro N. Alem). Funciones: miércoles, a las 19, con entrada libre. Duración: 60 minutos.

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