La sala Carlos Carella del Sindicato Empleados de Comercio de nuestra ciudad, en Bartolomé Mitre al 900, hace varias décadas que ofrece un repertorio de piezas que rescatan, a través de sus comedias o comedias dramáticas, los sentimientos y la emoción, como principal lazo de comunicación con el espectador.

La nueva obra de Alicia Muñoz, la autora de la muy representada “Justo en lo mejor de mi vida”, de éxito en la cartelera local en varias temporadas, sigue esa línea y apunta a mostrar el conflicto de una familia, compuesta por un padre y sus tres hijos.
VISITA INESPERADA
Si en “Justo en lo mejor de mi vida”, un bandoneonista, luego de muerto, `regresa´ a la Tierra, para observar desde su invisibilidad lo que piensa su familia de él, en “Tenemos visitas”, ocurre algo similar. Esta vez es la figura omnipresente de la madre, la que despierta el conflicto entre ese padre mecánico y sus dos hijos varones y una hija adolescente.
Si en “Justo…” es el bandoneonista el que partió hacia el más allá y es su familia, su viuda, la que debe lidiar con un presente nada fácil, acá es al revés, es el padre el que tuvo que aprender a cambiar pañales y preparar la comida para sus hijos pequeños, cuando su mujer una bailarina de profesión partió hacia Europa, detrás de un empresario que le prometió fama a cambio de abandonar a su marido y sus tres hijos.
Lo expuesto es el pasado. En el presente el padre reúne a sus hijos ya mayores. El del medio vive con él y trabaja en el taller mecánico familiar, mientras que la mujer y el otro varón eligieron partir del hogar, aunque no lograron rehacer sus vidas ni encaminar una profesión.
La reunión tiene que ver con la noticia del regreso inesperado de la madre y si los hijos están dispuestos o no a querer reencontrarse con ella cuando los dos menores casi no la recuerdan. Esa visita inesperada permite al padre y sus hijos reveer el pasado, desnudar ciertas verdades siempre calladas, aunque duelan y estrechar lazos más adultos.
STELLA: EL VARON DOMADO
Pero más allá de lo anecdótico hay un elemento muy interesante en el que profundiza Alicia Muñoz y es el caso de los padres que se hacen cargo de la crianza de los hijos, cuando la madre abandona el hogar, algo de lo que prácticamente no se habla ni se cuestiona, la mayoría de las veces es al revés.
El padre que asume Rubén Stella es el de un “varón domado”, ¿recuerdan aquel viejo libro de Esther Vilar, de igual nombre, publicado en los ´70?. Es el hombre, él por instancia de su mujer, se vio obligado a hacerse cargo de los chicos cumpliendo tareas hogareñas para las que no estaba preparado.
Claro que ese hombre, para Muñoz ocupa el lugar de un padre sobreprotector que si bien cuidó a sus hijos, tal vez, no supo guiarlos para aprender a defenderse en la vida a través de una profesión, erigiéndose él en cambio, como el único capaz de proveerles casa, comida y protección ante el afuera.

VALIOSA DIRECCION
Ambientada en el living de la casa familiar, padre e hijos van desmenuzando con cierto humor y varias lágrimas un pasado que los identifica y desde allí empatizan con un espectador bien predispuesto a dejarse sorprender por emociones primarias que tal vez le recuerden a situaciones de su propio entorno familiar.
Desde la dirección y puesta en escena, Pinty Saba (la muy admirable y excelente Bernarda, que representó en La casa de Bernarda Alba, de Lorca, en el teatro Las sillas, de Mendoza, donde vive), sostiene la pieza con mano firme, de tal modo que posibilite el lucimiento de sus actores. De esa manera cada uno consigue su “minuto de fama” para regocijo propio y del público que sigue atento la obra.
La directora a su vez le otorga un valor a cada escena, que permite un constante crescendo dramático a la historia y hasta se anima dotar a la obra de un cierto suspenso, que le posibilita acentuar aún más y con acierto ese saldar cuentas con el pasado. Pinty Saba también esquiva con inteligencia el melodrama en el que puede caer la historia, prefiere resistirse a la lágrima fácil y encauza la pieza por el difícil camino de la observación profunda, intensa de una familia disfuncional.
En el papel del jefe de familia, Rubén Stella (el recordado protagonista de “Un guapo del 900”, al que dirigió Juan Carlos Gené, en la Casacuberta del San Martin), le otorga un grado de sutil autoridad a ese padre, que nunca pierde la paciencia ante la adversidad. Stella consigue una interpretación admirable logrando dosificar con maestría su emocionalidad siempre a punto del desborde.
Ignacio Toselli, Federico Marrale y Lucia Stella asumen el papel de los hijos, otorgándole a sus personajes una pronunciada identidad interpretativa.
Calificaciòn: Muy buena
Juan Carlos Fontana
“Tenemos visitas”, de Alicia Muñoz. Teatro Carlos Carella-Centro Cultural Cátulo Castillo. Bartolomé Mitre 970. 4.345.2774. Viernes a las 20 y sábados, a las 21.