“Una fuga de agua”,  o como espiar a una familia perfectamente imaginada por Gonzalo de Otaola, en Espacio Callejón

Es una ecuación perfecta. El español Gonzalo de Otaola (Gota), también director elige en su debut como autor, contar la historia de una familia. Primero revela una parte que todos conocemos, que son los lazos sanguíneos que unen a esos cuatro hermanos y una adolescente y luego nos muestra aquellos secretos que hacen e identifican a cada uno, lo que los vuelve tan singulares como únicos en sus reacciones, sus conflictos de relación o lo impredecible de sus sueños e inquietudes.

Lo interesante es observar algunos de los cambios que se fueron sucediendo en cada uno en su camino a la adultez. Porque indudablemente cada uno de estos hermanos fue niño alguna vez y en esa reunión obligada, tal vez, que los vuelve a unir, se revelan y vuelven a refrescar aspectos de la infancia y lo más atractivo como aquello que los unió quizás en sus primeros juegos, los celos, las diferencias, vuelven a aparecer cuando están juntos.

 

SENTIMIENTOS COMPARTIDOS

Al mismo tiempo no dejan de resultar atractivos los recursos con los que el autor produce distintas sensaciones de extrañamiento. Una de ellas es cuando esos hermanos ya mayores, por algunos hechos que se filtran de su celosa adultez, hacen que
se vuelvan algo irreconocibles para el resto.

Los personajes son tres mujeres y un varón, más la hija adolescente de una de las hermanas, la mayor. Aquello que los convoca en la vieja casa familiar, es la enfermedad de la madre, pero también la venta de ese espacio que los vio nacer y del que alguno de ellos no pareciera querer desprenderse.

Elegir contar la historia de una familia en la primera pieza que debuta como director para Otaola ha sido un acierto, porque se sabe que la familia es el núcleo primario con el que es fácil o difícil producir una empatía, ya sea por identificación de afectos compartidos, o por odios no fáciles de confesar.

RECURSOS CREATIVOS

Pero eso dejaría de ser sólo un acierto para Gonzalo de Otaola, si no se hubiera preocupado por indagar en precisos recursos narrativos y creativos que le permitieran descubrir que podía identificar a cada uno de estos personajes, sumado al muy eficaz empleo del espacio.

Lo cierto es que hay elementos que definen a cada uno y eso “salpica” al público para despertar su interés. Por ejemplo, la hermana mayor es quizás la más realista y es la única con una hija adolescente. El hermano que se fue tiene un pequeño hijo, Rodrigo y por lo que demuestra no parece llevarse muy bien con su mujer; otra partió rápido de ese hogar al que ahora ha vuelto para darse cuenta que los años la hicieron permanecer ajena a lo que sucedía con el resto, o no le importó. Mientras que otra de las hermanas se hizo un tatuaje que quiere exhibir orgullosa, porque esconde un secreto que parte del resto desconoce. En tanto la sobrina descubre y se siente atraída por las virtudes no solo literarias de su tío.

La pieza de Otaola (Gota) funciona como una melodía que se vuelve más y más atractiva a medida que avanzan los instantes, porque las escenas han sido trabajadas así, como instantes, divertidos, entretenidos, dolorosos, pero que en su unidad contienen algo que va a dejar pensando.

COMPLEMENTACION DE PARTES

Para no adelantar demasiado de lo que sucede habría que decir que tanto los aspectos lúdicos, como las discusiones más adultas, todo se sucede en una perfecta complementación de partes, en las que cada personaje tiene su minuto de fama, de brillar como lo que es cada uno, seres tan únicos, entrañables, como imperfectos, como lo somos todos, sin duda.

Pero hay algo más que el autor le hace decir a modo de reflexión a uno de los personajes y queda como una pelota picando en el espacio y hace referencia a eso intangible, o no tanto, que a pesar de las diferencias, une a los hermanos y conforma su universo. Lo que indica que cuando la unión de esos vínculos sanguíneos se producen, se palpan en el aire, las “otras”  familias que cada uno fue conformando fuera de ese núcleo, pasan a convertirse en extraños, aunque se los tenga presentes.

EXCELENTES INTERPRETES

El autor también director supo extraer de cada uno de sus excelentes intérpretes (Silvina Katz, Luli Torn, Mara Guerra, Caro Pfaffenbauer y Jorge Gentile), matices que los hacen únicos. Es indudable que cada actor fue aportando lo suyo, gestos, movimientos, reacciones, que cuando se complementan el espacio parece estallar y sólo pertenecerles a ellos y nadie más. Acá las reacciones de estas criaturas adorables, cada una en su contexto, el público pareciera percibirlas en la piel y eso no deja de provocar sentimientos encontrados de afecto, de tristeza, de ternura, de melancolía, de aceptación.

El ir desmenuzando cada situación y transmitir la sensación de que la historia transcurre en un aquí y ahora, es otro hallazgo de esta muy atractiva comedia dramática.

Se presenta los viernes, a las 20, en Espacio Callejón, Humahuaca 3759. Reservas: alternativa teatral. Entrada $ 200.- Estudiantes y jubilados $ 160.-

Calificación: Muy buena

Juan Carlos Fontana

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