“Los pasteleros”, una pieza en la que la traición y lo inesperado sucede en cualquier momento

¿Todos los sindicatos tienen equipo de fútbol amateur? No lo sabemos. En esta pieza ideada por Ricardo Tamburrano, el Sindicato de Pasteleros sí lo tiene –en la ficción, por supuesto-, e invitan al público a compartir el recinto junto a esos hombres, cuyos cuerpos, como es lógico, al ser algo ya mayores y no profesionales en el juego del balón, no lo tienen tan trabajado o escultural, como podría ser un equipo de la A, o la B.

Indudablemente muy lejos de la fama del PSG parisino, este vestuario que tiene sede en Espacio Callejón guarda sus secretos, algunos más escondidos que otros. Y así como se cocinan bollos y medialunas en el horno de los pasteleros, en ese habitáculo con un banco y la estatua de una virgen por allá, a la que veneran como al mismo Cristo, un trío de hombres se sacan chispas. Pero éstas no sólo tienen que ver con la competencia, sino con su vida personal.

De última por lo que dicen y hacen el deporte es un poco lo de menos. Es, quizás, tan sólo una excusa para cumplir con el ritual de lo masculino, verse en cueros, jugar a hacerse el valiente, o el que se las sabe todas, o animarse a ser el antihéroe de la velada, eso sí escondiendo la cobardía de haberse acostado con la mujer del otro, del amigo. Este es un misterio a revelar en varias tramas y cumple con un ritual y un interrogante que nunca entrega la respuesta adecuada ¿por qué los amigos desean siempre a la mujer del otro? Si te animas a ir a ver a estos pasteleros, una posible respuesta tienen.

Estos pasteleros también se atreven a exhibir miedos, dudas sobre ciertas actitudes típicas de los hombres, o de los mandatos que el patriarcado ha impuesto a lo largo de ya no se sabe cuántas travesías. Lo concreto es que de los pasteleros amigos, primero vemos a uno, luego a dos y más tarde a un tercero, que se retiró del campo, o lo echaron y llega con la cabeza baja, pero la frente alta, porque se considera honesto y siempre les canta la justa a los otros. Aunque él no aprendió el oficio de amasar, sino más bien el de transportar, ya que es un fletero. Pero este fletero envolverá a los otros con una propuesta, que terminará desnudando el costado más grisáceo de los tres, que hasta el momento no había sido revelado. El “the end” es casi surrealista, pero es, y también es típicamente argento. Muy nuestro habría que decir, e identificable fácilmente.

Tamburrano, actor, director e intérprete tiene oficio y lo demuestra en cada faceta que pone sobre el tapete. La historia de este vestuario por él propuesta, invita a la risa fácil, o propone situaciones que crean un sutil marco de suspenso. En todo ese trayecto va acumulando rasgos que identifican lo masculino a través de ciertos códigos, de cierta vergüenza al intentar desnudar una intimidad que no siempre está lista para ser mostrada. Hay crudeza en el trato de estos pasteleros, no se tienen piedad y eso los apabulla, o los envalentona, ya no importa, lo que sí es cierto es que permite reconocer en cada uno individualidades del hombre argentino, o de los hombres en estado comunitario y bajo cuatro paredes.

Los vestuarios de hombres o de mujeres siempre resultan atractivos por los secretos, que se presume, esconden. Sobre este tema ha habido varias obras. Vale tan sólo mencionar una: Proyecto vestuarios: vestuario de hombres. Proyecto vestuarios: vestuario de mujeres, que Javier Daulte estrenó y dirigió en 2010. Aquellas nucleaban a varias generaciones, por lo que le daba un colorido variopinto a la propuesta, a la vez llenaba de picardía la travesía al exhibirse sus intérpretes en duchas improvisadas. Acá los pasteleros son más recatados, pero no obstante exhiben otros atributos a descifrar que también saben esconder y muy bien aquellos que han transitado algo más de cuatro décadas. El mismo Tamburrano, Yamil Chadad y Christian García funcionan como un relojito continuo en escena, sin grandes sobresaltos, pero fieles en marcar su ritmo, exponer sus caracteres y desnudar sus psicologías de “pasteleros” bien entrenados.

Calificación: Buena

Juan Carlos Fontana

Los pasteleros. Autor y director: Ricardo Tamburrano. Intérpretes: Yamil Chadad, Christian García y Ricardo Tamburrano. Iluminación: Ricardo Sica. Sala: Espacio Callejón, Humanuaca 3759. Función: domingo 19.12.2021 –despedida-, a las 13, vuelven en la temporada 2022. Duración: 50 minutos. Entrada: $800.- adquirirlas en www.alternativateatral.com

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