“Aquaman y el reino perdido” El hombre de los mares dispuesto a vencer al Tridente Negro

Se dice que al finalizar la producción de 2018 y sexta del Universo Extendido de DC Cómic, Jason Momoa le propuso a James Wan, filmar una secuela. En esta nueva entrega su mayor atractivo sigue siendo su protagonista, Momoa, un carismático actor y director al que se vio este año como Arthur Curry-Aquaman, en Flash, de Andy Muschietti.

Convertido en el sonriente padre de un bebé, el muchacho mitad hombre y mitad atlante, esta vez revivirá situaciones en las que tendrá que poner en juego toda su destreza del dominio de los mares, para lidiar con un poderoso villano. Black Manta que no deja de rumiar su venganza por la muerte de su padre, desata su ira y para combatir al caballero de las aguas, evoca a una antigua fuerza maléfica: el Tridente Negro, que obligará a Aquaman sacar a relucir sus mejores trucos de lucha.

Para conformar una dupla, con la que le sea más llevadera la contienda que se impone letal, en medio de las burbujeantes y heladas aguas del océano, Aquaman convoca a King Orm, su medio hermano y ex rey de la Atlántida. Un caballero enojado con los terrestres por su afán de contaminar las aguas. La cuestión es que Orm y Arthur desafían las leyes de lo predecible para vencer al temible monstruo y quedar en paz con el mundo, a la vez que proteger a su familia. En especial al pequeño bebé, del que se dice que ha heredado ciertos poderes de su padre.

James Wan desde la dirección, e incluso el guión compartido con Jason Momoa, David Leslie y Johnson McGoldrick, no parece estar a la altura de las circunstancias. En este film si bien aporta oficio, reitera y apura situaciones, en las qué en lugar de explotar los detalles de enfrentamientos entre uno y otro personaje, construye un torbellino de efectos de hielo y agua, que entorpecen el posible e interesante desarrollo de lo que les sucede a sus protagonistas.

Con segmentos fílmicos algo repulsivos debido a la aparición de algunos monstruos, o máquinas diabólicas que arremeten contra Aquaman y Orm, a los que en instancias se los observa agotados, debido al vértigo con el que se mueven en esas huracanadas aguas, esto no pasa a mayores. Y finalmente todo se diluye en un sinfín de circunstancias, que permiten aplicar la trillada frase “mucho ruido y pocas nueces”.

Incluso al maléfico Black Manta, como el diabólico Tridente Negro, hubiera sido acertado que se le hubiera otorgado un mayor espacio narrativo, ya que era la criatura elegida para enfrentarse al aguerrido hombre de los océanos. Pero no es así. Todo indica que el señor James Wan estaba algo apurado por quitarse esta secuela de encima, a eso se debe que su duración de dos horas, parece extenderse a más, dado la tediosa repetición de escenas similares.

Se destaca el certero humor de Jason Momoa para aconsejar a Patrick Wilson de que las cucarachas son crocantes para el paladar y éste se anima a probarlas. O la sorpresa de ver a la siempre atractiva Nicole Kidman otra vez en el papel de Atlanna, la madre cariñosa y feroz guerrera. Más ese pulpo casi humano y divertido en sus torpezas que acompaña a Aquaman y a Orm.

Título original: Aquaman and the Lost Kingdom Dirección: James Wan Guión: David Leslie, Johnson McGoldrick, James Wam, Jason Momoa Intérpretes: Jason Momoa, Patrick Wilson, Yahya Abdul-Mateen II, Dolph Lundgren, Temuera Morrison y Nicole Kidman Origen: Estados Unidos (2023) Duración: 124’ Publicada en Diario Perfil.

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