Muy lejos de ofrecer un remanso para divertir o entretener al que observa, es lo que propone esta nueva pieza de un siempre admirado creador como Javier Daulte.

Consagrado como autor, director, dramaturgo y maestro de actores, Javier Daulte, es un artista que indaga en la condición humana con una mirada siempre de algún modo inquisidora, pero no perversa. Inquisidora en el sentido de abrir un interrogante, tal vez es una pregunta que él mismo se hace, y alude a revelar sobre que somos capaces de hacer, de crear, de imaginar en instancias límites. ¿Acaso existen limites en la imaginación, en la creación? Porque no lo averiguamos juntos parece querer decirnos este siempre interesante escritor y director.

VOLVER AL ORIGEN
Con “Siniestra” y luego de un extenso camino transitado Javier Daulte vuelve a un origen, a una primera vez, al punto cero de repreguntarse los por qué del arte. Todo gran artista debiera hacerlo pero no todos se atreven a un volver a rebobinar lo hecho. Y así como hace varios años atrás presentó “Gore”, en el impactante espacio de la fábrica Impa del barrio de Almagro, o “¿Estás ahí?” con la que llegó al Cervantes, acá, otra vez y para bien, la comedia fantástica es el tema y bienvenida sea por despertar nuestra modorra en la platea.
Javier Daulte intenta poner incómodo al espectador, lo incita a repreguntarse un para qué, a desnudar sus zonas oscuras y lo corre de ese espacio de confort del público actual que espera pasivamente que lo diviertan en la platea. Como ocurre en parte en los videojuegos del que se apoderan los niños y algunos mayores, Daulte busca, y siempre lo ha hecho, tanto en los foros comerciales como en el off más extremo, aspira, a contar en la platea con un espectador activo que se convierta en un par para la reflexión. La pregunta sería ¿y por qué no? si observador y creador ambos pisamos el mismo planeta en este preciso instante de la historia.
Las buenas maneras nos han educado mal, tal vez en esta “insegura” propuesta para el espectador, el creador incita a una vuelta al medioevo en el que nada se escondía, la llaga emergía ante la impunidad o la barbarie de los otros. Y acá la barbarie es querer a toda costa recuperar con obsesiva artesanía un amor perdido, y además incestuoso, como ocurre en el segundo tramo de esta performance en la que dos hermanos -un hombre y una mujer- pagan a una corporación para que ésta los
provea de un actor que haga el papel del hermano muerto. El actor pagado se presta y el juego ¿macabro tal vez? se pone en práctica desnudando las debilidades más miserables de ella, pero otra vez ¿por qué miserables? si al final de cuentas somos humanos.
LO SINIESTRO DE FREUD
Daulte descorre el velo de lo siniestro que propone Freud y ubica en un cubo escénico a cuatro actores, dos hombres y dos mujeres, que se espejan unos a otros. Si los primeros representan, por decirlo así, el presente, los otros conforman un futuro no demasiado auspicioso. De ese modo un cierto paroxismo se apodera de estas criaturas que como todo ser humano teme a lo desconocido, a enfrentarse cara a cara con otro en otro tiempo. La propuesta refiere a un constante estado de inseguridad existencial, a un arrebato de la conciencia que hace tambalear la cordura, para internarse en la irracionalidad. Eso permite qué en medio de ese desconcierto, ese transitar lo desconocido emerja lo mejor y lo peor del ser humano. Pero más allá de este juego de identidades puestas en crisis que propone Daulte, su teatro se vuelve esencial para el espectador, porque obliga a éste a tratar de entender el verdadero significado de este oficio, tan artesanal y primitivo como cautivante, en el que alguien por un instante juega a ser otro, se compenetra con ese otro y al hacerlo constantemente debe dejar fluir su imaginario para no ser devorado por la locura. Menuda tarea la de esta propuesta, tan siniestra, como fascinante, tan en apariencia incrédula, como intensa, que desestabiliza y ejerce un magnetismo casi perverso. Porque siempre es atractivo ¿verdad? observar como los otros son capaces de provocar lo impensable, claro, siempre y cuando “yo” no me salga de mi cálido y reconfortante statuo quo.

RATAS DE LABORATORIO
Hace varias décadas el científico francés Henri Laborit había hecho una prueba con ratones en su laboratorio, los encerró en un cubículo y los observó durante un tiempo para conocer de qué modo eran capaces de engendrar un estado de violencia, o no, al ver coartadas sus libertades individuales. De allí que uno de los tantos interrogantes que abre este lúcido e inteligente trabajo creativo de Javier Daulte es preguntarse cómo se va formando la conducta humana y a qué consideramos sano o
enfermo, o ser social o antisocial, o por qué el más fuerte se aprovecha del más débil. El yo puesto en crisis y conducido hacia un espacio de catarsis existencial es en definitiva uno de los mensajes que siembra en el espectador esta nueva pieza teatral de Javier Daulte.
VALIOSOS INTERPRETES

En este tablero de identidades puestas en crisis, en ese atractivo desdoblamiento del ser y el parecer del que tanto habla Pirandello, Silvia Gómez Giusto, Federico Buso, Carla Scatarelli y Matías Broglia, lo logran con estupendos recursos
interpretativos, bien sostenidos a través de un marco de tensión dramático-humorístico que obliga a los actores a estar siempre en modo se diría inseguro en el escenario, lo que permite que esa inquietud mantenga latente la atención del espectador a lo largo de la hora que dura el espectáculo.
Calificación: Muy buena
Juan Carlos Fontana
Ficha técnica:
Siniestra -un díptico-. Autor y director: Javier Daulte. Intérpretes: Silvia Gómez Giusto, Federico Buso, Carla Scatarelli y Matías Broglia. Escenografía: Julieta Kompel. Iluminación: Sebastián Francia. Vestuario: Jam Monti. Videoarte y gráfica: Franco Verdoia. Funciones: viernes a las 20.30 y 22.30. Teatro: Espacio Callejón, Humahuaca 3759. Localidades $250.- jubilados y estudiantes $220.-