El título de la pieza –“Todo lo cercano se aleja”- tiene mucho que ver con lo que sucede en su muy ajustado, preciso e inteligente entramado de situaciones. La acción se desarrolla en las carpas de una playa bonaerense que no pareciera ser precisamente Mar del Plata, sino más bien Mar de Ajo, Santa Teresita o San Bernardo.
En esa zona de carpas, el título, como decíamos podría aludir tanto a las olas que se acercan y se alejan a la costa, como ese sol que de pronto está a pleno y de a ratos se nubla, o hace frío, está templado o hace calor, temas de preocupan, lógicamente a los veraneantes.
Pero acá para la directora y dramaturga Laura Paredes, ese cerca y lejos también refiere a distintas urgencias de los protagonistas que son cuatro y están perfectamente interpretados por cuatro actores tan convincentes como de una tan precisa actuación minimalista que son capaces de conmover o de arrancar lágrimas, aunque de una comedia se trate, como en este caso. Ocurre que los cuatro personajes viven o no distintas urgencias.

LAS INTENCIONES OCULTAS
El matrimonio que conforman Selva y Mario tiene un objetivo concreto intentar lograr la venta de unos terrenos que dejó el padre, fallecido hace poco tiempo.
La madre de Selva es Gloria, que está con ellos en la carpa y como lo hace cada año va a pasar los meses de verano a esa playa, claro que ya nada es como antes para Gloria que desde que murió su marido la memoria parece haber hecho algunos estragos en su vida. No obstante los tiempos de Gloria como los del ingeniero –que también no hace mucho quedó viudo y tuvo que ocuparse de sus hijos- se deslizan por otros caminos.
El ingeniero que conoce a Selva desde hace muchos años, porque son vecinos, todavía seduce a la mujer, sin importarle la presencia de su marido, aunque claro todo es muy sutil y las intenciones ocultas de unos y otros se deslizan como el título, de pronto cerca y de golpe lejos. Todo depende de los silencios de lo que se digan acertadamente o equivocadamente, en el momento justo.
Lo cierto es que la pieza de Laura Paredes es un sutil y muy original mecanismo de relojería, que equilibra demasiado bien y con gran inteligencia los silencios de los personajes, como si fuera parte de un texto, que no sólo debe entenderse a través de las palabras. Porque los gestos, las miradas, o un leve cambio de movimientos en esta historia, puede provocar un contratiempo o hacer evolucionar una negociación en puerta.
UN ACIERTO DE ESCRITURA
No hay melancolía en esta pieza que obtuvo el segundo premio de dramaturgia Germán Rozenmacher a la nueva dramaturgia en 2015, sino más bien desolación y desazón. Laura Paredes desde la escritura sintetiza muy bien las escenas y las hace coincidir con acciones muy precisas, a la vez logra que todo se desarrollé con una naturalidad que por momentos despierta risas en la platea. Varias de las situaciones las liga a un humor absurdo, que vuelve muy saludable esta pieza, que por cierto escapa a lo obvio como si fuera una brasa encendida. La inclusión de los acuarios, de los que es fanático el ingeniero, si bien es coherente con la locación elegida para la historia, es un hallazgo dramatúrgico, que equilibra muy bien los otros tonos, como cuando se habla de los hijos, o cuando Gloria describe esos terrenos a partir de sus recuerdos.

LOS MAGNIFICOS CUATRO
Los cuatro personajes –exquisitamente actuados con estupendos recursos dramáticos por Paula Acuña, Marcelo Mariño, Marcelo Pozzi y Emma Rivera- se muestran convencidos de los que les sucede. Sus preocupaciones
resultan tan convincentes, como sus deslizamientos por esa alfombra y carpas que conforman el escenario diseñado con gran acierto creativo por Rodrigo González Garillo, lo que sumado a la iluminación de Matías Sendón consiguen
trasladar al espectador a una especie de “viaje” que remite a múltiples recuerdos conocidos, pero no por eso inmersos en la melancolía, sino más bien en el desasosiego de la existencia humana.
En su nota de presentación, el Cervantes aclara respecto de la pieza, que “en su conferencia “La ceguera”, Jorge Luis Borges cita el verso que da título a esta obra: “Goethe lo escribió refiriéndose al crepúsculo de la tarde. Todo lo cercano se aleja, es verdad. Al atardecer, las cosas más cercanas ya se alejan de nuestros ojos…”.
La obra fue seleccionada a partir de la “Convocatoria de proyectos teatrales para la programación 2017”, del Teatro Cervantes. Teatro Nacional Argentino, en el que puede verse los jueves, viernes, sábados y domingos, a las 21.
Calificación: Muy buena
Juan Carlos Fontana
Teatro Cervantes, Libertad 815, teléfono 4.816.4224,
web: www.teatrocervantes.gov.ar.
Entradas $ 120.- y $ 90.-